"El ungüento y el perfume alegran el corazón, y la dulzura del amigo más que el consejo del alma"
Proverbios 27.9 (TLA)
Hay personas que nos cambian la vida sin siquiera saberlo. Personas que, con una palabra, un gesto o una mirada, nos han sostenido cuando todo parecía tambalear. Son aquellos que nos han abrazado en nuestros días oscuros, que han reído con nosotros en los momentos de alegría y que, sin pedir nada a cambio, han sido refugio y fortaleza.
Esas personas, a las que a veces olvidamos decirles cuánto significan para nosotros, son las personas que elegimos que hicieran parte de nuestra vida, nuestros amigos del alma, los compañeros de vida que Dios puso en nuestro camino, nuestra familia. Ellos son según la psiquiatra Marian Rojas Estapé, nuestras "personas vitamina", las que nos hacen bien, aquellas que nos llenan de luz cuando el mundo parece gris. Las que nos recuerdan que somos valiosos, amados y capaces de enfrentar cualquier cosa.
A veces creemos que el amor se da por sentado. Pensamos que siempre habrá un "después" para agradecer, para abrazar, para decir "gracias por estar". Pero la vida nos enseña que los momentos son efímeros y que las oportunidades de expresar amor no deben posponerse.
Hoy, haz algo especial por aquellos que han sido un faro en tu vida. Escríbeles, abrázalos, diles cuánto los quieres. Y si buscas un regalo que toque el alma, piensa en compartir con ellos algo que trascienda el tiempo: La Biblia, la Palabra de Dios.
La Biblia es un testimonio eterno de amor, consuelo y esperanza. Es un susurro de Dios en nuestros momentos de duda, un refugio cuando el corazón está herido y una guía luminosa para los días inciertos.
Regalar una Biblia es más que un obsequio: es un acto de amor genuino, es decirle a una persona: "quiero que tengas en tu vida palabras que te fortalezcan, te inspiren y te acompañen siempre".
Cierra los ojos por un momento y piensa en esas personas que han sido una bendición en tu vida. Recuerda aquella conversación en la que alguien te hizo sentir comprendido, aquel abrazo que te sostuvo cuando las fuerzas flaqueaban, esa mirada que te recordó que no estabas solo.
La gratitud es un puente que nos une con quienes nos han amado. No dejes que pase el tiempo sin demostrarlo. Hoy es el día perfecto para acercarte, para hablar, para compartir, para regalar un pedazo del cielo.
Hoy entreguemos lo que realmente importa: tiempo, palabras, gestos que sanan y que nos acercan. Y si quieres que ese amor perdure en el alma de quien amas, acompáñalo con la verdad eterna de la Palabra de Dios.
Porque el amor que se cuida, que se expresa y que se nutre en Dios, es un amor que nunca se apaga.
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