Regala Arte. El regalo que nadie espera y todos necesitan (Bueno, Bonito y Eterno)
Hay días en que la vida parece un lienzo en blanco. Miras tu celular y nadie escribe. Miras la mesa y hay una silla vacía. Miras tus manos y sientes que la pintura se secó antes de comenzar.
¿Te ha pasado?
Ese silencio pesa como una galería vacía. Como un cuadro sin color. Ese momento en que te preguntas: “¿a quién le importo de verdad?”, y la pregunta golpea como un eco en medio de un desierto.
Y, sin embargo, justo allí, en medio de tu soledad más cruel, surge una pincelada inesperada: una palabra que llegó en el momento exacto, un abrazo que todavía late en tu piel, una amistad que no pedía explicaciones.
Eso fue Dios dibujando luz en tu vida a través de otros. Porque el amor es arte y Dios es el primer artista. Él toma nuestras ruinas y, como barro en sus manos, moldea algo hermoso.
El amor no es un lujo. Es una obra. El arte de regalar lo que uno mismo no tiene en exceso. El arte de dar tiempo cuando el mundo, que no para, nos roba horas. El arte de poner el corazón en manos de otro, aun sabiendo que puede romperlo.
La Biblia lo dice con trazos firmes:
“Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos” (Juan 15:13)
Jesús lo pintó con su propia sangre, en la cruz. El lienzo de la historia nunca volvió a ser el mismo: sobre un madero áspero dibujó la amistad perfecta, el amor eterno.
Tal vez hoy sientas que no tienes nada que dar, que tus colores se agotaron. Pero escucha: aun en tonos grises, tu amor puede ser la pincelada que ilumine la vida de alguien. Una llamada. Un “te extraño”. Un “me importas”. A veces basta un trazo sencillo para transformar un paisaje entero.
La amistad no es tener muchas voces alrededor. Es esa melodía única que aparece cuando todos callan. Y esa melodía… puedes tocarla tú.
Regalar amor no es dar lo que sobra. Es entregar lo que arde, aunque duela, aunque tiemble. Porque al final, toda obra de amor es eterna: queda grabada en la memoria de quienes la recibieron y en el corazón de Dios.
Quizás esta sea la invitación que Dios, el Gran Artista quiere hacerte hoy: deja de esperar el momento perfecto, la seguridad perfecta, la persona perfecta. Empieza a regalar amor como si tu vida fuera un lienzo en sus manos. Y cuando lo hagas, descubrirás que esas manos frías no estaban vacías, estaban esperando llenarse con la historia más bella que puedes pintar: la historia de haber amado, la historia de haber mostrado a Jesús, la obra maestra que el Espíritu sigue dibujando contigo.